Estamos ante cambio marcado por un grupo de jóvenes realizadores y guionistas que quieren hacer cine de arte, que gracias a la ley de cine han podido llevar sus trabajos al público. En ese sentido, el año 2016 ha traído agradables noticias.
Desde mañana, a las ya proyectadas “A orillas del mar”, de Bladimir Abud, y los documentales “Caribbean Fantasy”, de Johanné Gómez Terrero, “Si Dios quiere, Yuli”, de Jean Jean, y “Nana”, de Tatiana Fernández (aun en cartelera), se une “La familia Reyna”.
Escrita por Carlos Quezada, fallecido en julio pasado, y a quien está dedicada la película, es un drama que resalta por la buena mano de su director, Tito Rodríguez, quien se estrena en el largometraje.
La producción, que estuvo en manos de Danilo Reynoso, tiene una serie de referencias que la hacen cercana a cualquiera, no necesariamente dominicano, ya que cuando se tiene una historia que contar no hace falta mucho adorno.
En esta no hay necesidad del “tigueraje” dominicano para lograr empatía con los personajes. No hay estereotipos propios de nuestra sociedad, solo roles que tienen vida y en cuya caracterización se basa el relato.
A la narración se le puede reprochar que el ritmo sea lento, reiterativo (se hace mucho hincapié en la enemistad de los hermanos), pero que gracias a las buenas actuaciones y a la forma de contar la historia, constituyen esta película, un buen ejemplo del camino que va llevando el cine bien hecho en República Dominicana.
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